Erradicación de la Viruela, sus últimas dos víctimas.

La viruela (Smallpox, en inglés) fue una enfermedad infecciosa grave y con un alto riesgo de muerte, causada por un virus denominado Variola virus, cuyo genoma es de ADN bicatenario.

A diferencia de otras infecciones virales, la viruela dejó una inconfundible huella en la historia de las enfermedades humanas. Los antiguos registros ubican su origen en el Lejano Oriente y al parecer pudo llegar a Europa con el regreso de los Cruzados, a finales del siglo XIII. Desde ahí se difundió a varias zonas, hasta que en el siglo XVIII alcanzó un umbral en donde una de cada diez personas moría de viruela. Casi todos lo que sobrevivían a la infancia habían contraído la enfermedad.


Ya se sabía que aquellas personas que habían adquirido la enfermedad quedaba protegidos de futuras infecciones, de tal forma que, por ejemplo, se le exigía al personal de servicio doméstico mostrar las cicatrices de la enfermedad para poder ser contratados.




También se había notado que algunos brotes eran más graves que otros y, puesto que las personas "contraerían la enfermedad en algún momento", se pensó que sería mejor si uno podía escoger el tipo de viruela y el momento del padecimiento. Por esta razón, en el Lejano Oriente se realizaban pequeñas infecciones intencionales en niños, usando material obtenido de infecciones leves. En China se usaban costras pulverizadas y se administraban como rapé, mientras que los árabes inyectaban debajo de la piel una pequeña porción de pústulas secas y pulverizadas.

Las estrategias más sistemáticas y reproducibles comenzaron en 1718, cuando Lady Mary Wortley Montagu, esposa del embajador británico en Turquía, observó una curiosa costumbre que conseguía mantener a raya a la viruela, una enfermedad devastadora que ella misma había sufrido con 26 años y que se había terminado con la vida de su hermano. Se denominaba variolación, y pronto se extendió por la aristocracia europea.

En 1746 se fundó un hospital para la inoculación (variolación) contra la Viruela, en donde la personas pobres podían recibir el tratamiento y permanecer ahí hasta recuperarse. La enfermedad inducida era leve, sin embargo causaba molestias serias a los pacientes. Por otro lado, la erupción causada por la inoculación era tan contagiosa como la contraída normalmente, por lo que se cree que pudo ser responsable de varios brotes epidémicos.

Fue Edward Jenner quien perfeccionó esta estrategia y en 1796 llevó a cabo el experimento clásico donde inoculó al niño granjero de 8 años Jamie Phipps. Jenner denominó a este proceso "vacunación" ya que la muestra infecciosa provenía de personas que habían padecido una enfermedad parecida pero que provenía de las vacas y que los granjeros llamaban enfermedad vacuna.

Luis Pasteur, casi cien años después, descubrió que algunos virus y bacterias pueden perder su virulencia bajo ciertas condiciones, por ejemplo privándolos de nutrientes o inoculándolos en tejidos de animales distintos al hospedero original. Estas muestras de patógenos podían desencadenar una respuesta inmune que protegía a las personas vacunadas. El descubrimiento sentó las bases para el desarrollo de las vacunas modernas, como la de la poliomielitis, la difteria y el sarampión.




Aunque se disponía de una vacuna eficiente para la viruela, en 1950 se estimaba que había unos dos millones de casos nuevos de viruela por año, sobre todo en las zonas pobres de la India. En el año de 1973 la Organización Mundial de la Salud (OMS) inició una campaña mundial de vacunación con 150 000 personas involucradas en llevar a cabo la operación.

El 23 de abril de 1977 una comisión internacional declaró a la India libre de viruela y el 9 de Diciembre de 1979 la Comisión Mundial para la Erradicación de la Viruela certificó que la viruela había sido erradicada en todo el mundo. La OMS recomendó a todos los laboratorios de investigación sobre la viruela cerrar y destruir las muestras guardadas. Actualmente solo EU y Rusia conservan muestras del virus.

El 25 de julio de 1978, durante los últimos meses de labor de un laboratorio de investigación en la universidad de Birmingham, en Inglaterra, una médica fotógrafa que laboraba en el piso inferior se contagió de viruela. El virus había escapado del laboratorio por un sistema de cañerías y la fotógrafa no estaba vacunada. La enfermedad fue diagnosticada por el virólogo responsable de la medidas de seguridad del laboratorio, que lamentablemente resultaron inadecuadas, se suicidó cortándose la garganta. La fotógrafa murió cinco días después. Estas parecen ser las últimas dos muertes causadas por el virus de la viruela en este planeta.




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