Inmunidad Activa

En la inmunidad activa, el sistema inmunitario tiene la oportunidad de desarrollar los mecanismos de defensa necesarios para protegernos de microorganismos invasores. De manera natural, esta inmunidad se da cuando entramos en contacto con Antígenos y nuestro organismo logra eliminarlos de manera satisfactoria, entonces decimos que hemos desarrollado una inmunidad contra esos antígenos.

Esta inmunidad ha estado trabajando dentro de nosotros desde nuestro nacimiento y lo hará hasta nuestra muerte (o antes, si contraemos alguna enfermedad que ataque a nuestro sistema inmunitario y lo destruya, como por ejemplo el SIDA). Los mecanismos de respuesta inmunitaria nos han hecho inmunes a los microorganismos que nos rodean, con los que convivimos en nuestro día a día, por ejemplo, aquellos que se encuentran en nuestra ropa, agua de la casa, en el polvo de nuestro hogar, en los alimentos que preparamos, en el trabajo, etc. Sin embargo, si nos mudamos a otro país y comemos algo a lo que no estamos acostumbrados (por ejemplo comida expuesta que se venda en un mercado abierto) es muy probable que nos enfermemos, pues nuestro sistema inmunitario "aún no sabe" como eliminar a esos microorganismos.

Por otro lado, podemos inducir una inmunidad activa de manera artificial aplicando antígenos que se encuentren atenuados, es decir, "débiles". De esta manera, nuestro sistema inmune puede "encontrar" la forma de eliminarlos antes de que estos logren colonizar e invadir nuestro organismo (causándonos una enfermedad infecciosa). Este es el principio con el que operan las vacunas. Cuando aplicamos una vacuna, estamos introduciendo algún agente extraño (perteneciente a un microorganismo patógeno) para que el sistema inmunitario lo reconozca y elabore una respuesta inmunitaria adecuada para eliminarlo.

Las primeras vacunas utilizadas se elaboraban a base de microorganismos atenuados por calor, sin embargo, existía el riesgo de que se recuperaran y atacaran antes de que el sistema inmunitario encontrara un mecanismos efectivo para su eliminación, causando la enfermedad al paciente. Para evitar esos riesgos, las vacunas modernas usan moléculas extraídas de esos microorganismos patógenos para que puedan ser reconocidas por el sistema inmunitario. Estas moléculas no pueden desencadenar una infección, por lo que las vacunas son seguras.

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