Inmunidad Pasiva
Es posible conseguir que un organismo logre desencadenar una respuesta inmunitaria frente a un antígeno mediante un proceso de inmunización, ya sea de manera activa o pasiva. La inmunización pasiva se puede conseguir de manera natural, por ejemplo, por transferencia de anticuerpos protectores desde la madre al hijo, o de manera artificial, por inyección directa de anticuerpos provenientes de otra persona (o de un animal).
La inmunidad pasiva funciona como terapia efectiva en padecimientos como la deficiencia congénita (originada durante el desarrollo fetal) en la producción de anticuerpos por parte del Linfocito B. También es útil en pacientes que no logran desarrollar una respuesta efectiva contra algún patógeno que ha causado una infección o bien cuando la salud de un paciente con alguna inmunodeficiencia esta comprometida por la presencia de algún patógeno oportunista. La inmunidad pasiva puede ofrecer protección a viajeros o personal de salud que estarán en regiones donde hay algún microorganismo infeccioso causando una epidemia.
A pesar de las ventajas de este proceso de inmunización artificial, existen al menos dos aspectos que representan una desventaja. Lo primero es que, los anticuerpos inyectados son de vida corta y serán eliminados por el organismo en poco tiempo, por lo que es necesario aplicar más de una dosis. Además, una persona podría reconocer a este anticuerpo como extraño y desencadenar una respuesta inmunitaria de tipo alérgica en su contra o una reacción de hipersensibilidad, provocando más daños que beneficios. Para evitar esto, se recurre a técnicas de biología molecular para modificar estos anticuerpos (a nivel del gen) para que sean menos inmunógenos, es decir que no desencadenen una respuesta inmunitaria.
Por otro lado, pese a la ayuda que puede conferir este método, los anticuerpos inyectados no pueden inducir los procesos de memoria inmunológica necesarios para una protección a largo plazo, por lo que todo efecto se pierde una vez que el anticuerpo es degradado de manera natural por el organismo.
Ir al tema siguiente: La Inmunidad Activa.
Ir al tema anterior: Los tipos de inmunidad.
La inmunidad pasiva funciona como terapia efectiva en padecimientos como la deficiencia congénita (originada durante el desarrollo fetal) en la producción de anticuerpos por parte del Linfocito B. También es útil en pacientes que no logran desarrollar una respuesta efectiva contra algún patógeno que ha causado una infección o bien cuando la salud de un paciente con alguna inmunodeficiencia esta comprometida por la presencia de algún patógeno oportunista. La inmunidad pasiva puede ofrecer protección a viajeros o personal de salud que estarán en regiones donde hay algún microorganismo infeccioso causando una epidemia.
A pesar de las ventajas de este proceso de inmunización artificial, existen al menos dos aspectos que representan una desventaja. Lo primero es que, los anticuerpos inyectados son de vida corta y serán eliminados por el organismo en poco tiempo, por lo que es necesario aplicar más de una dosis. Además, una persona podría reconocer a este anticuerpo como extraño y desencadenar una respuesta inmunitaria de tipo alérgica en su contra o una reacción de hipersensibilidad, provocando más daños que beneficios. Para evitar esto, se recurre a técnicas de biología molecular para modificar estos anticuerpos (a nivel del gen) para que sean menos inmunógenos, es decir que no desencadenen una respuesta inmunitaria.
Por otro lado, pese a la ayuda que puede conferir este método, los anticuerpos inyectados no pueden inducir los procesos de memoria inmunológica necesarios para una protección a largo plazo, por lo que todo efecto se pierde una vez que el anticuerpo es degradado de manera natural por el organismo.
Ir al tema siguiente: La Inmunidad Activa.
Ir al tema anterior: Los tipos de inmunidad.
Ir al MAPA DEL SITIO para ver contenido de otras áreas (Bioquímica, Inmunología, Biología...)
Comentarios
Publicar un comentario