Respuesta inmunitaria frente a patógenos

A lo largo de su vida, un individuo está expuesto a muchos agentes infecciosos. Sin embargo, en la mayoría de las situaciones la enfermedad es la excepción más que la regla. La mayoría de los microorganismos infecciosos no logran ingresar al individuo, gracias a las barreras físicas y químicas que éste presenta. Los microorganismos que logran evadir estas barreras y producir infección, son destruidos en pocas horas por mecanismos no específicos de inducción rápida (inmunidad innata). Si un agente infeccioso es capaz de superar esas primeras líneas de defensa, se activará, en la mayoría de los casos, un tipo de respuesta más específica (inmunidad adaptativa).

Uno de los primeros mecanismos de defensa que tenemos son las barreras iniciales de la respuesta innata y, curiosamente, la presencia de microorganismos autóctonos (la llamada microbiota normal) en vías respiratorias, gastrointestinales y genitourinarias juega un papel importante al momento de impedir que se establezcan microorganismos potencialmente peligrosos. Por un lado, su presencia estimula de manera constante al sistema inmune innato de tal manera que "se mantiene alerta" ante la presencia de microorganismos. Por otro lado, la microbiota autóctona compite fuertemente por los recursos y el espacio vital con estos microorganismos potencialmente patógenos, de tal forma que "no los dejan establecerse".

A pesar de dichos mecanismos, algunos microbios logran "burlar" estas defensas y adentrarse en los tejidos del organismo. En este caso entrarán en juego los mecanismos de la respuesta inmunitaria adaptativa, que son más específicos y sobre todo tienen la capacidad de generar un proceso de memoria que les permite desencadenar una respuesta mucho más rápida y efectiva contra futuras infecciones.

En los siguientes apartados abordaremos los principales mecanismos de:


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